
Jesús, un buscador
«Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado... y al fin sintió hambre.» (Mt 4, 1-2)
Hay quien piensa que Jesús siempre lo tendría todo claro. Que sabría desde su mismo nacimiento todo lo que iba a pasarle. Yo supongo que eso no es así. ¿Qué hombre verdadero sería ese que controla el futuro? ¿Qué humanidad plena esa que tiene el destino cerrado? Jesús posiblemente tuvo que ir descubriendo su misión, su ser Hijo de Dios, su destino abierto. Tuvo que tomar decisiones, que optar. Y dudaría, claro que sí; ¿Estaré haciendo aquello que tengo que hacer? ¿Será mi destino ser Rey de los Judíos? ¿Debo liderar un movimiento contra Roma? ¿Se solucionan las cosas cambiando piedras por pan? ¿Debo conseguir poder? ¿No es el fracaso una alternativa un poco extraña?
- Aprender de las dudas de Jesús. No es más humano quien sólo tiene certezas. No es más humano quien nunca tiembla. En la esencia del ser humano está el optar, el buscar, el no saber y, sin embargo, arriesgar. Pedir a Dios coraje en mi vida.
- Háblale a Dios de tus propias dudas. Sin buscar respuestas rápidas. Puedes dudar en cuestiones de estudios, de trabajo, de presente, de futuro… Puedes dudar sobre cómo vivir determinadas relaciones, sobre qué opciones tomar en tu vida, sobre si debes hablar o callar, sobre… No te asustes de dudar. Pero no renuncies a las búsquedas. Piensa en este Dios que se sorprende.
Buscar
Somos aquello que somos:
un conjunto de corazones heroicos,
a los que el tiempo y las circunstancias hacen débiles,
pero con fuerza de voluntad para luchar,
para buscar, para encontrar
y para no rendirnos jamás.
(Tennyson)