La cuestión de Dios sigue despertando polémicas, preguntas y enfrentamientos. Hoy hay creyentes y no creyentes, personas que dudan, buscadores de Dios, gente que está de vuelta, algunos sin haberse hecho ni una sola pregunta, y otros sin haber encontrado ninguna respuesta… Hay debates. Un nuevo ateísmo tan militante como el viejo cristianismo. Y, en todo caso, gente que sigue hablando, y sigue peleando por encontrar una verdad. Ahí sigue la eterna pregunta, que de vez en cuando cada quién tenemos que intentar responder. ¿Quién dice la gente –y uno mismo– que eres Tú, Jesús?

Verás. Hoy en día hay de todo. Hay quien dice que, todo lo más, eres un hombre que vivió hace bastante y dejó una huella honda, porque debías ser carismático, sorprendente o provocador. Pero que luego tus discípulos se inventaron toda una mística de victoria, de resurrección, de eternidad y así convirtieron un fracaso en la victoria más sorprendente de la historia. Pero vamos, todo un cuento, o una evasión, o un autoengaño, según se quiera ver.

Otros dicen que la historia está marcada por grandes figuras. Hombres o mujeres que tienen en sí la semilla de la humanidad más profunda, más auténtica y más noble,en todas sus posibilidades. Y eso emerge, algunas veces, de manera sorprendente, en gente como tú. Gente que deja una huella indeleble. Entonces te llaman profeta, sabio, maestro, líder, mesías. Un hombre especial, al fin y al cabo.

 Hay quienes seguimos creyendo que tú eres Dios. Hoy mucha gente mirará con sorna a quien diga esto. Porque lo de “Dios” como que se escapa. Para muchos, Dios no existe y punto. Para otros, de existir, es algo indefinible, algo así como un principio, una fuerza, una energía, un algo que no se sabe muy bien dónde o cómo se relaciona con la propia vida. Pero, claro ¿pensar en un Dios hecho persona? ¿Un Dios que caminó por nuestros caminos, bebió la misma agua, que tuvo agujetas, y heridas, se rió a carcajadas o lloró con desgarro? Parece otra eterna versión de las mitologías de todas las culturas. Como los griegos hablando de sus dioses en un Olimpo que es como una convención de superhéroes de la Marvel, los aztecas sacrificando enemigos para contento de sus dioses guerreros, o Anubis mandando una barca para recoger a los difuntos y llevarlos al otro lado del Nilo. Superstición, pensamiento primitivo, restos de otras épocas, dicen… Algo incompatible con nuestra mentalidad racional, pragmática, científica, dicen también.

 Pero yo sigo creyendo que, de existir Dios,  y si nuestro universo tiene un origen y un destino, y si hay un sentido en lo que hacemos, que pasa por el amor y una sed de plenitud… ¿por qué no va a poder reflejarse en el misterio más profundo de un ser humano? ¿Por qué no va a poder vaciarse en su creación? ¿Por qué no va a poder expresarse en el lenguaje que nos es más comprensible? El lenguaje de lo humano, hecho ternura y amor, hecho dolor y compromiso, hecho justicia y estremecimiento. El lenguaje que pasa por la vida y la muerte (que no tiene la última palabra). Eres la única palabra que Dios podría decir sin encadenarnos, pues de otra manera nos habría convertido en esclavos, y nos habría obligado a creer y a adorar. Pero no. No eres la Palabra impuesta de Dios, sino su propuesta para las vidas. Una ventana que nos permite asomarnos a Dios. Un espejo que nos permite ver las posibilidades enormes escritas en nuestra entraña. Pues eso.

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