¿Alguna vez has imaginado que te llamaba alguien al que admiras para que puedas seguirle y sumarte a su proyecto? ¿Esa llamada que sueñas y que pensarías: sí, aquí estoy para todo lo que necesites? Pues esa es la llamada que nos hace Jesús a cada uno de nosotros. Una llamada que nos lleva a salir de nosotros mismos, a ponernos en camino, a hacer de nuestra vida una gran aventura.
Y es que el mundo sigue necesitando de nosotros. De personas comprometidas, compasivas, conscientes y competentes, capaces de complicarnos la vida por los demás, especialmente por los que más sufren. Una llamada que nos hace felices de verdad y hace que todo cobre sentido, porque estamos llamados a ser hombres y mujeres para los demás. Es sentir, que cada uno tiene un lugar en el mundo, una vocación. Tan sólo necesitamos escuchar la llamada y pensar dónde podemos dar más fruto, con lo que somos y con los talentos que tenemos, cada uno los suyos.
Y quizás esta llamada es una invitación para el futuro, pero también para el presente, para este curso que comienza. Ir hacia las fronteras del mundo, de la ciencia, de la geografía y de la Iglesia entre otros. A las fronteras de nuestros colegios, de nuestras ciudades y de nuestras familias. Hacia aquellos lugares donde nadie quiere estar y donde todo se confunde, sabiendo que allí hace falta una respuesta desde el Evangelio que abogue por el bien y la verdad, por la justicia social y por el amor, por la belleza y por la reconciliación, por la fe y por la defensa de aquellos que más lo necesitan.
Ojalá podamos sentir su llamada y seguir a Jesús hacia las fronteras del mundo. Hoy, mañana y siempre.