Basta mirar a nuestro alrededor para contrastar que, en muy pocos años, hemos sido colonizados por otra cultura que ha conseguido introducir sus tradiciones y modos de ser en la nuestra. Así, al clásico «Spain is different» podría añadírsele el «but not too much» al ver a un gran número de nuestros jóvenes celebrando Halloween ante la aparente indignación o desaprobación de los adultos que, poco tiempo después, se lanzan como locos a los negocios para aprovechar las ofertas del, hasta hace muy poco desconocido, Black Friday. Se trata solo de dos ejemplos, muy potentes por otra parte, pero, una mirada atenta puede descubrir otros muchos detalles en los que esta colonización de la que hablo se hace eficaz.

Muchos echan la culpa de todo ello a la cultura norteamericana y, pese a que no carecen de razón, creo que se trata de una explicación que no acaba de dar en el núcleo del asunto. Puesto que, si nos damos cuenta, hay tradiciones y modos de ser americanos que no han hecho tan siquiera el amago de ponerse en diálogo con los nuestros. Pensemos por ejemplo en la fiesta de Thanksgiving, un momento en el que las familias se juntan para dar gracias por todo lo vivido a lo largo del año, mientras comen el famoso pavo. ¿Nadie se ha preguntado nunca por qué esta tradición no ha entrado en nuestras fronteras? Creo que la explicación es bien sencilla: porque se trata de una fiesta marcada por la gratuidad, en la que, salvo los criadores de pavos, no se obtienen muchos beneficios económicos.

Por ello, creo que lo que se esconde detrás de estas nuevas tradiciones como Halloween, el Black Friday, y otras tantas como San Valentín, o muchos de los días internacionales de las chorradas varias, no es tanto la cultura norteamericana, cuanto la colonización del consumismo. Ese es el verdadero enemigo peligroso que se esconde detrás de aparentemente inocentes disfraces de miedo, ofertones irrechazables, rosas y bombones con forma de corazón, etc. Un enemigo que nos está colonizando hasta el fondo, puesto que ha conseguido entrar hasta lo más profundo de nuestras vidas, gracias a una tecnología que hace que estemos a un clic de nuestros ahorros, haciendo que ya no valga de nada salir de casa con poco dinero o no sacar la cartera a pasear. La colonización consumista nos ataca y se ríe de nosotros, puesto que sabe que no solo la necesitamos, sino que podemos llegar a depender literalmente de ella.

Te puede interesar

No se encontraron resultados

La página solicitada no pudo encontrarse. Trate de perfeccionar su búsqueda o utilice la navegación para localizar la entrada.

PastoralSJ
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.