Primero empezó con alguna película en el cine, después con los anuncios de juguetes y de McDonald´s -empezar con los niños, qué sutil casualidad- y con las fiestas en las discotecas, y ahora, años después, nos damos cuenta de que Halloween es una pesadilla para todos a los que no nos gusta disfrazarnos -ni ver a adultos jugando a ser niños-, a los que queremos ver el sentido de las cosas, a los que intentamos preservar la cultura local y a los que aspiramos a ser maestros de la sospecha. O al menos queremos analizar el discurrir de los acontecimientos. La realidad es que Halloween está aquí, y se quedará, de eso no me cabe la menor duda. Y también hay culturas que lo valoran como propio a nivel religioso, pero no la nuestra.
En el caso Watergate, se descuelga una frase épica de Garganta Profunda -que no la dijo él, sino que se dijo en una película-, y que sirve tanto para la mafia como para las cosas más triviales: sigue el rastro del dinero. Pues sí, como tantas cosas en nuestra vida, y sobre todo en nuestra cultura, el interés hace que se nos cuelen ideologías y conceptos como si nada, porque hay gente que hace negocio con ellas. Tan fácil como discreto, sin ruidos ni estridencias. Y alguno dirá: pero disfrazarse de zombi, poner dos calabazas en la puerta de casa y decir ¿truco o trato? no es para tanto. Puede ser, pero luego nos quejamos de que los niños no saben enfocar la muerte del abuelo, que no tienen referentes -como son los santos-, que se pierde nuestra identidad o que jóvenes son consumistas. Y es que nada es imparcial en esta vida, y hay cosas que si no tienen fundamento sólido se pliegan ante el dios dinero y su religión, también llamada secularización. Todo está conectado.
Que no nos engañen, porque la pregunta es más profunda, y por tanto más importante. ¿Qué modelo de persona queremos tener? ¿Qué mueve nuestro corazón? ¿Dónde invertimos tiempo y energías? Y por consiguiente, qué fiestas y qué referentes queremos celebrar, porque las modas, por ser atractivas para la mayoría, no tienen por qué ser buenas, y tampoco malas, dicho sea de paso. Lo veremos con Papa Noel y con otras tantas cosas, pero en la diferencia está el significado. Al fin y al cabo somos lo que celebramos, y cada familia, persona o institución se acaba pareciendo a aquello que realmente quiere celebrar. Esto no lo podemos olvidar.
Y para ti, ¿qué es realmente lo importante?