La vida
«Entonces el Señor Dios modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre se convirtió en ser vivo» (Gen 2, 7)
Es necesario que sea Vida, así, con mayúsculas. Hacer que esté habitada por nombres, y que en su entraña lata el amor. Que pongamos en juego el corazón una y mil veces. Desde la ternura de la infancia, a la rendición última, cuando quiera que llegue. Que la vida sea canción. Que sea compromiso, pasión y proyecto. Que llenemos los días de propósitos. Menos que eso no basta.
¿Tienes la sensación de estar aprovechando la Vida? ¿Qué puedes hacer para vivir con más intensidad, plenitud y hondura?
Defensa de la alegría
Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría
Mario Benedetti