Lo que hacemos
«Me levantaré, iré a mi Padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.» (Lc 15)
Decimos que pecamos «de pensamiento, palabra, obra…» Y es verdad, algunas veces lo que pensamos, decimos o hacemos está mal. Hacemos daño a otros. (O se lo haríamos si supiesen…). Generamos dinámicas hirientes, con juicios a veces acerados e injustos (de pensamiento), con críticas mordaces (de palabra), negándonos a darles una oportunidad (de obra). Pecamos al convertirnos en el centro de nuestra vida, como que todo girase en torno a cada uno de nosotros (¿No hay alguna vez que mis sentimientos se vuelven el único grito que oigo, mis deseos la única motivación y mis necesidades el único horizonte?). Pecamos cuando actuamos sin tener en cuenta la dignidad básica de los otros, sin darles una oportunidad, a veces machacándolos (novios, novias, amigos, familia, otros un poco más lejanos…).
¿Qué supone para ti pensar en el pecado?
¿Te sirve sólo para lamerte las heridas, o te abre a Dios?
Balada del mal genio
Hay días en que siento una desgana
de mi, de ti, de todo lo que insiste en creerse
y me hallo solidariamente cretino
apto para que en mí vacilen los rencores
y nada me parezca un aceptable augurio
Días en que abro el diario con el corazón en la boca
como si aguardara de veras que mi nombre
fuera a aparecer en los avisos fúnebres
seguido de la nómina de parientes y amigos
y de todo el indócil personal a mis órdenes.
Hay días que ni siquiera son oscuros
días en que pierdo el rastro de mi pena
y resuelvo las palabras cruzadas
con una rabia hecha para otra ocasión
digamos, por ejemplo, para noches de insomnio.
Días en que uno sabe que hace mucho era bueno
bah.... tal vez no hace tanto que salía la luna
limpia como después de un jabón perfumado
y aquello sí era auténtica melancolía
y no este malsano, dulce aburrimiento.
Bueno, esta balada sólo es para avisarte
que en esos pocos días no me tomes en cuenta.
Mario Benedetti