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Otto Anderson (Tom Hanks) es un viudo maniático y bastante quejica, de hecho nada más jubilarse no aspira a otra cosa más que a un discreto suicidio. Sin embargo, tras varios intentos y la llegada de una curiosa familia, será capaz de dar otra oportunidad a su propia vida.
Porque Tom Hanks siempre es sugerente. Es capaz de asumir grandes papeles en solitario y encajar en todos ellos, desde un náufrago a un soldado pasando por un vecino gruñón.
Aunque la historia es muy previsible, está abierta a la esperanza, y es fácil verse identificado en algunos aspectos.
Sin caer en grandes exquisiteces técnicas, se deja ver y fácilmente levanta el espíritu del espectador con ciertas dosis de ternura y alguna nota de humor.
La vida de Otto recupera el sentido cuando recuerda y experimenta el amor, ¿somos conscientes de la importancia de recuperar el amor en sus múltiples formas en nuestras vidas?
A lo largo de su vida, y también en este último tramo, poco a poco se va recuperando la vida comunitaria en el barrio: ¿cómo son las comunidades dónde vivimos? ¿Qué hacemos por mejorar estos vínculos?
A pesar de haberse intentado suicidar, la vida de Otto sigue teniendo sentido, ¿como conscientes de la importancia de recuperar el sentido de nuestras vidas, o sencillamente nos dedicamos a trabajar?
