A veces hay que esperar

A veces hay que esperar,

porque las palabras tardan

y la vida suspende su fluir.

A veces hay que callar,

porque las lágrimas hablan

y no hay más que decir.

A veces hay que anhelar

porque la realidad no basta

y el presente no trae respuestas.

A veces hay que creer,

contra la evidencia

y la rendición.

A veces hay que buscar,

justo en medio de la niebla,

donde parece más ausente la luz.

A veces hay que rezar

aunque la única plegaria posible

sea una interrogación.

A veces hay que tener paciencia

y sentarse junto a las losas,

que no han de durar eternamente.

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