¿Por qué no yo?

¿Quién regará las posibilidades,

si se seca la imaginación?

¿Quién anunciará el baile

si perdemos las ganas de vivir?

¿Quién tocará la música

que nadie compone?

¿Cuándo habrá tiempo

para el amor verdadero?

¿Dónde habitará la justicia,

si en nuestra tierra campa la fuerza?

¿Cómo escuchar

a un Dios silenciado?

¿Quién reavivará

tanta compasión adormecida?

¿Cuándo saldremos

de la celda?

 

La puerta está abierta.

 

Es hora de que los soñadores

silencien a los falsos profetas.

Hay que volver a danzar,

trenzando a nuestro paso

guirnaldas de verdad desnuda.

Que el cantor se quite la mordaza

 y la prudencia,

que ha de encontrar la forma

de gritar la buena noticia

 a todos

 a cada uno.

Es la hora del buen pastor.

Es tu hora.

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