No basta un «habría que»
para dar forma a los sueños.
Pintar el amor
en muros de piedra
no garantiza vivirlo.
Conformarse
con listas de canciones tristes
es jugar a los náufragos.
La profecía no puede ser tan solo
un eslogan de camiseta.
No hay expertos en todo.
De poco sirve un quizás
cuando nos pides un “sí”;
de nada, un «alguien lo hará»
cuando tú esperas un «yo»
Es la constante tensión
que atraviesa nuestros días.
sobrevolar, o zambullirnos.
Tú pones la encrucijada,
y nos dejas la decisión:
Vender aire
o ser testigos del Reino.