Se acerca la Semana Santa y es tiempo de procesiones. Yo, que soy del sur, no concibo la Cuaresma sin ellas, como a mucha, muchísima gente le pasa. Soy consciente de que hay muchos que critican esta manera de vivirla. Yo misma podría encontrarle alguna que otra pega, pero hoy no, porque también hay mucho bueno en esto.

Como profesora de Religión me he dado cuenta de la enorme incultura religiosa que hay. Vivimos sumergidos en una sociedad que, a pesar de todos los reproches que hacemos hacia la religión (especialmente a la católica), tenemos unas raíces cristianas muy metidas en vena. Aun así, e incluso llamándose creyentes, hay quienes desconocen momentos importantes de nuestra historia y nuestra fe. Son muchos los que salen de nazarenos, pero también muchos los que, saliendo, no tienen ni idea de lo que sacan a la calle.

La Semana Santa, como muchas obras de arte religioso (dígase retablos de iglesia, esculturas, pinturas, músicas…) no es sólo una especie de bellísimo «museo andante». Es también una catequesis, una Biblia abierta donde conocer una parte muy muy importante de nuestra fe: la Pasión y Muerte de Jesús.

A través de cada paso de misterio aprendemos los diferentes momentos de la misma: entrada de Jesús en Jerusalén, última cena, oración en el huerto, la detención de Jesús, la cruz… Esas imágenes nos ayudan a acercarnos, no sólo al hecho histórico, sino al sentimiento que transmite y que busca remover la devoción.

Hay personas que asocian cada imagen a algún momento de su vida especialmente significativo: una traición dolorosa (ahí tenemos el prendimiento de Jesús), alguna vocación callada (el lavatorio de pies), un trance amargo y devastador (la cruz)… Surge dentro de ellos cierto consuelo y, por qué no, cierta sensación de acogida y amparo. Aquí recuerdo a mi madre, fiel devota del Cristo de las Tres Caídas de Jerez de la Frontera, quien carga con una cruz en la que ella ha visto tantos momentos de su vida.

El arte puede despertar dentro de nosotros alguna emoción que nos resulta difícil de sacar, o de ponerle nombre. Por ello, quedarnos con la Semana Santa como un espectáculo, bueno, lo puedo entender. Pero también para muchos es el Evangelio en la calle, el conocimiento de un mensaje que tanta falta les hace, aun sin saberlo.

 

Descubre la serie El porqué de las cosas

Te puede interesar