Escribo estas letras a 31 de marzo de 2023. Hoy es ya Viernes de Dolores. Vísperas de la Semana Santa. La  Semana Grande para los seguidores de Jesús. Grande por lo que en ella celebramos: el misterio del amor más grande. Del amor hasta la muerte. Cristo que me amó y se entregó a la muerte por mí… Esto no es lo corriente en nuestro mundo dónde los hombres nos quitamos la vida unos a otros… Aquí, Jesús «se entrega», se da totalmente.

Leía hace unos minutos un artículo en el que se afirmaba que «ser cristiano es ser seguidor de Jesús». Y así es. Está ahora muy de moda todo lo relacionado con el tema de las cofradías y similares…Y lo mismo las «devociones populares»… Pues bien, si no nos ayudan a seguir más y mejor a Jesús «de nada nos valen», por mucho que procesionemos o nos vistamos con las túnicas y capirotes. Han de llevarnos a Cristo. Si no es así, lo reducimos a folclore religioso, por desgracia.

Pero esta mañana viví una experiencia muy consoladora. Visité el Museo de la Semana Santa en Medina de Rioseco con un grupo de compañeros jesuitas que se encuentran ya en nuestra enfermería de Villagarcía. Allí se exponen los  hermosos «pasos» que salen en sus famosas procesiones. Este museo es una verdadera maravilla que guarda auténticas joyas. Además del arte que allí se ve y respira, te «lleva casi de la mano» a contemplar toda la pasión de Jesús. Desde la oración en el huerto hasta la Resurrección… Como «si presente me hallare» en el momento de la flagelación o de la crucifixión… o de la condena de Poncio Pilato…

Esta mañana nosotros hemos ido contemplando poco a poco esas magníficas tallas… pero a mí me han lanzado hacia tantas soledades como en nuestro mundo hay, por ejemplo. A tantas traiciones o ambiciones… a tantas personas doloridas o maltratada y maltrechas; a tantas muertes de inocentes. A tantas… ¿para qué seguir?

Y sobre todo, me ha hecho aterrizar en nuestra procesión: la de mis compañeros enfermos y ancianos que iban en sus sillas de ruedas conducidos con amor por otros compañeros que eran sus Cirineos. O al compañero que va perdiendo la memoria o al que ya no recuerda nada… Me ha lanzado a esta «procesión viviente» que éramos nosotros… Cristo sigue muriendo también hoy.

Vivir la Semana Santa con ellos es más imitar a Jesús que «pasó haciendo el bien…»

          

Te puede interesar