Estoy seguro de que todas las personas que hemos visto el vídeo donde se maltrataba a una señora mayor en una residencia de ancianos nos hemos indignado. Nos ha dolido profundamente la burla tan soez y la falta de empatía tan descorazonadora hacia una persona vulnerable a la que se le trataba sin la dignidad que cualquiera merece.

Por un lado, uno se pregunta qué puede llevar a alguien, como esas dos chicas, a tratar así a la señora. Y, además, grabar y publicar la escena pensando que puede ser gracioso para otras personas y así conseguir unos cuantos likes. Pues sí, hay público que ríe esas gracias, y otras parecidas en vídeos en que se maltrata a personas sin hogar, discapacitadas o animales.

Por otro lado, esa escena nos pone de frente una realidad, la de las personas mayores dependientes, que nos duele especialmente en este tiempo de pandemia. Han sido quienes han sufrido más la enfermedad, quienes más han muerto y quienes siguen estando más expuestas a un virus que se ceba con las edades mayores.

Como sociedad, nos queda la pregunta de si lo estamos haciendo todo lo bien que deberíamos o si hemos abandonado a una generación que ha luchado toda su vida para que hoy vivamos en una sociedad democrática y con un cierto bienestar.

Ante esos vídeos tan crueles las reacciones en las redes sociales tienden a un linchamiento mediático de quienes caen en esas conductas, pero estoy seguro de que hay maneras menos agresivas y constructivas de hacer pensar, de reeducar, de construir una ciudadanía más compasiva, cuidadora, humana.

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