Ojalá este vídeo fuera tan solo una historia humorística, una anécdota o una ficción simpática. Desgraciadamente, es un reflejo de una sociedad cada vez más absurda. En nueve minutos se juntan muchos de los ingredientes que nos están llevando hacia un precipicio social. Por describir unos cuantos:
1) La incapacidad de algunos menores para aceptar un «no» por respuesta,
2) La imposibilidad para algunos padres de poner límites a sus hijos, que se convierten en pequeños tiranos,
3) La inversión de la responsabilidad, que termina culpando a quien defiende la verdad, o a quien se mantiene fiel a sus convicciones,
4) La confusión de realidad y opinión, bajo el paradigma de que todo es verdad si alguien decide que lo sea,
5) La proliferación de figuras que viven según sopla el viento, marcados por la opinión pública y el quedar bien,
6) La decadencia de algunos medios de comunicación social, en los que se ha dejado de tomar en serio la vida, convertidos en un ring de combate para expertos en nada. Y, por supuesto,
6) La crisis de un sistema educativo sustentado sobre tan débiles bases,
7) El elogio de la ignorancia.
Lo único bueno es que 8) La realidad es terca, y al final, si 2+2 son 22, cualquier cosa es posible.