El filósofo griego Zenón de Elea nos pide imaginar a Aquiles, el corredor más rápido, persiguiendo a una tortuga que tiene una pequeña ventaja inicial. Según la paradoja, cada vez que Aquiles llega al punto donde estaba la tortuga, esta ha avanzado un poco más. Teóricamente, Aquiles nunca alcanza a la tortuga porque siempre queda una distancia, aunque sea infinitesimal, por recorrer. Esta paradoja ilustra cómo la división infinita del espacio y el tiempo puede hacer parecer imposible lo que es claramente alcanzable.
Al igual que Aquiles en la paradoja de Zenón, cuando estamos a punto de iniciar una nueva etapa en nuestras vidas, los temores y las dudas pueden surgir. La sensación de que siempre hay un obstáculo más, una incertidumbre adicional, puede detenernos y hacernos sentir que nunca llegaremos a nuestro destino. El miedo a fallar puede paralizarnos, haciéndonos dudar de cada paso que damos. Pero es esencial recordar que el miedo a fallar no debe detenernos. Fallar en el camino no es malo; es una parte natural y necesaria del crecimiento. Cada vez que Aquiles corre hacia la tortuga, está más cerca de alcanzarla. Del mismo modo, cada vez que enfrentamos nuestros temores y damos un paso adelante, nos acercamos más a nuestras metas, incluso si tropezamos de vez en cuando.
En Jn 14, 27 Jesús nos dice: «La paz os dejo, os doy mi paz, y no como la da el mundo. No os turbéis ni os acobardéis». Esta promesa nos asegura que, con la fe y la confianza en Dios, podemos sobrellevar los obstáculo que se presenten en nuestro camino. Solo debemos pensar que nunca estaremos solos o solas.
A menudo, fallar nos permite ver las cosas desde otros ángulos y aprender lecciones valiosas que no habríamos descubierto de otra manera. Jesús nos trajo la mejor victoria bajo la derrota más grande de nuestro tiempo: su crucifixión, que nos dio la salvación. Su sacrificio nos enseña que las aparentes derrotas pueden ser la puerta a nuestras mayores victorias. Recuerda que cada paso, por pequeño que sea, es significativo. No dejes que el miedo a fallar te detenga. Confía en que Jesús te guiará y te dará la fuerza para levantarte y continuar.