Hoy, día 10 de septiembre, celebramos la festividad del Beato Francisco Gárate. Hermano jesuita que destacó por su sencillez y humildad durante toda su vida religiosa, pero especialmente recordado de esa manera durante sus más de 40 años en la portería de la Universidad de Deusto, donde desempeñó su labor con una devoción y entrega ejemplar.

Sencillez, servicio y entrega,  tres cualidades de las cuales el “Hermano Finuras” -como le llamaban en Bilbao- rebosaba, pero de las cuales carece habitualmente nuestra sociedad actual. En muchas ocasiones, nos encontramos  un mundo marcado por la competitividad, el individualismo y el deseo constante de reconocimiento y éxito material, que dejan sin apenas importancia acciones tales como poner las necesidades de otros por delante de las propias o a vivir con menos, valorando más lo que tenemos.

El ejemplo del Hermano Gárate nos invita a repensar nuestras prioridades. Él no necesitó grandes logros ni reconocimientos para ser recordado como una persona verdaderamente ejemplar. Sus acciones diarias, impregnadas de amor y sencillez, reflejan el poder que tiene la entrega incondicional al prójimo y su vida nos recuerda que lo más valioso no es lo material ni el éxito social, sino el modo en que tratamos a quienes nos rodean

Por ello, al recordarle, seamos conscientes de cómo la sencillez, el servicio y la entrega tienen la capacidad de cambiar no solo nuestra propia vida, sino también la de los demás, dejando un gran legado, pues como algunos que le conocieron apuntaban «El Hermano Finuras es un santazo, pero es también… un vivo”.

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