«Solía darme vergüenza ser solo un escritor de cómics mientras otros construían puentes o estudiaban medicina. Pero me di cuenta de que el entretenimiento es importante en la vida de los demás. Si entretienes, estás haciendo algo bueno». La muerte de Stan Lee, cofundador de Marvel, ha hecho que esta frase suya se haya hecho viral para recordar todo su legado, que abarca a gran parte de los superhéroes que conocemos hoy en día y especialmente a todo el universo que en torno a las películas de Los Vengadores se ha ido gestando en los últimos diez años.
Stan Lee tuvo claro cuál era su papel en este mundo: entretener. Supo que no había tareas grandes o pequeñas, que existe tu tarea y la de los demás. Y que eso no te hace mejor o peor. Pero que solo serás bueno y harás el bien si te dedicas a aquello que realmente te hace pleno, a aportar desde tu lugar en el mundo.
Cuánto tiempo perdemos mirando lo que hacen otros, lo bien que lo hacen y lo mucho que les aplauden. A veces tenemos ídolos que son como ventanas. Nos acercamos solo para asomarnos a otras vidas y entretenernos, a veces con envidia o a veces con deseos de escapar de la propia vida. No nos damos cuenta de lo importante que es tener ídolos que sean espejos, que nos devuelvan nuestra propia imagen mejorada, que nos enseñen a mirarnos a nosotros mismos y ver nuestro potencial. Que nos permitan conocer mejor qué se nos da bien, con qué nos sentimos plenos, qué da sentido a lo que hacemos.
Porque la gente así, famosa o no, cercana o lejana, nos ayuda a tener una mirada dispuesta a mejorar nuestro mundo en lugar de una mirada que se fije en lo bien que le va al otro y lo mal que me va a mí, o lo mucho que me queda por hacer. Nos ayuda a descruzar los brazos y ponernos a trabajar, no en aquello que creemos que hay que hacer pero que no se nos da, sino en aquello que sabemos hacer, que hacemos bien. Porque cuando hacemos lo que nos da sentido, cuando nos dedicamos a aquello en lo que verdaderamente disfrutamos, el encontrarle utilidad y sentido para otros es cuestión de tiempo.
A Stan Lee se le daba bien imaginar, crear mundos, dibujar. Ninguna de las tres cosas es eficiente, ni útil para nuestro mundo. Pero mira todo lo que fue capaz de construir, todo lo que nos ha hecho disfrutar. Ahora piensa en ti mismo. Piensa en el bien que tú puedes hacer con lo que ya eres.