Si uno busca en internet blogs o vídeos sobre el Erasmus, cuesta encontrar algo que no sea fiesta, alcohol y desfase, pero ¿se reduce a eso? En primer lugar el Erasmus plantea un borrón y cuenta nueva, y ahí reside todo su encanto, sus posibilidades y sus riesgos. Llegas a una ciudad nueva, con un idioma que no siempre dominas, donde nadie te conoce y nadie te dice lo que tienes o no tienes que hacer. Y desde ese vértigo de la responsabilidad que supone que todo dependa exclusivamente de ti, comienzas a configurar aquello en lo que se convertirá tu nueva vida por un año. Evidentemente no es fácil convertirse en tu único referente moral y normativo, muchos directamente eluden el papel y se entregan a la opción por defecto: nadie me conoce aquí, no importa lo que haga, beberé todo lo que pueda y haré todo aquello que mis amigos, familia, etc. me reprobaban cuando estaba en casa.
Sin embargo, aquel que sabe tomar las riendas descubre que también existe el camino de enriquecerte con la experiencia. En pocos sitios encuentras a tanta gente de procedencias y culturas tan dispares que necesiten igual que tú compañeros de viaje para un año tan especial. El elegirlos bien puede llevarte a conocer a gente que nunca imaginaste, viajar sin un duro por toda Europa durmiendo en todas las estaciones de tren que conoces, practicar deportes nuevos, probar platos típicos de países que jamás visitarás, aprender a decir bobadas en miles de idiomas, reírte con chistes que ni siquiera entiendes (la risa es contagiosa en todos los países), encontrar amigos que durarán toda la vida, trabajar codo con codo para un mismo objetivo, sufrir con los exámenes y festejar con media ciudad su final, tirarte en la hierba a discutir sobre lo que más importa o sobre lo más banal con quien quiera compartir tu conversación, aprender, dormir poco, vivir mucho. Entonces es cuando de verdad consigues beberte la vida sin necesidad de hacerlo literalmente.
Sin embargo, toda oportunidad tiene sus retos. Todo lo que vives aquí hace que reordenes tus prioridades, y a medida que pasa el tiempo te das cuenta de que hay algo dentro de ti que ha cambiado, que ha crecido gracias a las decisiones que has ido tomando. Por eso has de elegir muy bien qué es lo que adquiere importancia y qué lo que has de relativizar. Así mismo, el disfrutar una vida totalmente diferente con una fecha de caducidad que conoces de antemano, puede llevarte a crear una máscara que nada tiene que ver con quién eres en verdad (todo vale dado que en unos meses vuelves a casa a tu ‘vida normal’).
Pero aunque la experiencia sea enriquecedora, no se puede echar por tierra lo que has ido forjando durante años: tus amigos, tu familia, tus círculos… Ellos han estado, siguen estando, y seguirán allí cuando vuelvas. Aunque a veces resulte difícil cuidar lo que se da por supuesto (sobre todo al adquirir un tipo y un ritmo de vida tan diferente al que tenías antes de marchar), el objetivo del Erasmus no es escapar de tu vida anterior, sino abrirte los ojos para que, al volver a desembocar en ella, puedas enriquecerla con todo lo aprendido y disfrutado, contagiando a todos el compañerismo, entrega, austeridad, libertad y multiculturalidad que en verdad representan al Erasmus.