Durante los inicios de su proceso de conversión, Íñigo experimentaba en su interior las mociones de Dios, pero éstas se mezclaban de algún modo con sus deseos y planes humanos. Podríamos decir que Íñigo llevaba a Dios a su terreno y así repintaba sus deseos e intenciones anteriores desde la experiencia de Dios que estaba sintiendo. Cuando se dio cuenta de todo esto, le puso un nombre: «segundo binario». De esta realidad tan normal en la vida espiritual nos habla este vídeo.