Vivo, en la Eucaristía

«Tomad, esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre, la sangre de la alianza que se derrama por todos» (Mc 14, 22-24)

Y este milagro sigue ocurriendo una y otra vez. Seguimos juntándonos en un momento en el que parece que todo lo demás se detiene; en un espacio inaprensible, en un tiempo que se nos escurre una y otra ve; en torno a una mesa grande en la que se sigue haciendo real un pan cogido con el trabajo de los hombres y mujeres de este mundo; un pan bendecido por el Dios de la vida; un pan partido para ser repartido; y un pan entregado para que llegue a todos. En ese gesto de romperse para darse, de derramarse para alcanzar a todos; en ese gesto de juntarse para comulgar como expresión del deseo de hacer de la propia vida prolongación de aquel misterio, ahí está el Resucitado.

¿Cuál es, para ti, el momento más significativo en tu celebración de la Eucaristía?

¿Descubres en ella al que Vive para siempre?

El Buen Momento

 

Aquel momento que flota
nos toca con su misterio.
Tendremos siempre el presente
roto por aquel momento.
Toca la vida sus palmas
y tañe sus instrumentos.
Acaso encienda su música
solo para que olvidemos.
Pero hay cosas que no mueren
y otras que nunca vivieron.
Y las hay que llenan todo
nuestro universo.
Y no es posible librarse
de su recuerdo.

 

(José Hierro) 

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