
La memoria de lo importante
«El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas» (Salmo 23)
Es en esos momentos cuando tengo que repetirme que «solo Dios basta». Que hay que saber vivir con una cierta holgura. Que es necesario un paseo de vez en cuándo, un café en buena compañía, unas risas sin pretensiones, un rato de oración, unas palabras sinceras, unas dosis de ternura, unos regueros de evangelio o un poquito de silencio. Es en esos momentos cuando me tengo que volver a Dios para recordar cuál es el horizonte y el sentido que pone en mi vida, para no perderme en la prisa ni el vértigo, para que la riendas las lleve él.
¿Vivo más pendiente de lo urgente, o de lo importante?
¿Entra Dios en mi agenda?
Oda a la esperanza
Crepúsculo marino,
en medio de mi vida,
las olas como uvas,
la soledad del cielo,
me llenas y desbordas,
todo el mar, todo el cielo,
movimiento y espacio,
los batallones blancos
de la espuma,
la tierra anaranjada,
la cintura incendiada
del sol en agonía,
tantos dones y dones,
aves que acuden a sus sueños,
y el mar, el mar, aroma suspendido,
coro de sal sonora,
mientras tanto, nosotros,
los hombres, junto al agua,
luchando y esperando
junto al mar, esperando.
Las olas dicen
a la costa firme:
«Todo será cumplido».
(Pablo Neruda)


