Una mirada lúcida

«Jesús, fijando en él la mirada, le amó» (Mc 10,21)

Eso necesitamos. Una mirada atenta, capaz de descubrir el sentido profundo de las cosas.  De intuir la huella de Dios. De atisbar destellos de su presencia en las gentes, las historias y las cosas. Una mirada que perciba, como trasfondo, “creación” y vida, proyecto y reino, amor. Una mirada que descubra las posibilidades, que, como la del artista, desentrañe la belleza posible, aunque escondida. Danos, Señor, esa mirada certera, que desvela el rescoldo en la hoguera apagada, que descubre el primer tallo que asoma, que sin ser ciega a lo que falla, falta o hiere, sin embargo sigue percibiendo la vida y su fuerza. La mirada del que es capaz de figurarse, con imaginación desbordante, posibilidades que desencadenan cambios… Para hacer del mundo (mi mundo pequeño y el mundo lejano), un lugar mejor. Para humanizar las vidas y las situaciones, especialmente de aquellos a quienes la dignidad les ha sido arrebatada.

Pido a Dios que me ayude a mirar el mundo con ojos de quien cree y espera, con ojos de quien ama, con ojos de quien, viendo un ser humano, no se pone en guardia intuyendo siempre un enemigo.

 

Busca en todas las cosas

 

Busca en todas las cosas un alma y un sentido

oculto; no te ciñas a la apariencia vana.;

husmea, sigue el rastro de la verdad arcana,

escudriñante el ojo y aguzado el oído.

 

No seas como el necio, que al mirar la virgínea

imperfección del mármol que la arcilla aprisiona,

queda sordo a la entraña de la piedra, que entona

en recóndito ritmo la canción de la línea.

 

Ama todo lo grácil de la vida, la calma

de la flor que se mece, el color, el paisaje.

Ya sabrás poco a poco descifrar su lenguaje…

¡Oh divino coloquio de las cosas y el alma!

 

Hay en todos los seres una blanda sonrisa,

un dolor inefable o un misterio sombrío.

¿Sabes tú si son lágrimas las gotas de rocío?

¿Sabes tú qué secreto va contando la brisa?

 

Atan hebras sutiles a las cosas distantes;

al acento lejano corresponde otro acento.

¿Sabes tú dónde lleva los suspiros el viento?

¿Sabes tú si son almas las estrellas errantes?

 

No desdeñes al pájaro de argentina garganta

que se queja en la tarde, que salmodia a la aurora.

Es un alma que canta y es un alma que llora…

¡Y sabrá por qué llora, y sabrá por qué canta!

 

Busca en todas las cosas el oculto sentido;

lo hallarás cuando logres comprender su lenguaje;

cuando sientas el alma colosal del paisaje

y los ayes lanzados por el árbol herido…

 

Enrique González Martínez

 

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