Mejor callar
«…absteneos de la maledicencia; no hay frase solapada que caiga en el vacío; la boca calumniadora mata.» (Sab 1, 11)
Hay palabras que es mejor no decir. Porque no hacen falta. Porque juzgan sin intentar comprender. Porque son falsas. Palabras de maledicencia o de crítica injusta, de chismorreo y de condena. Palabras innecesarias, o cháchara para llenar silencios que asustan. Palabras de burla que ignoran el dolor del débil. Palabras que apuñalan por la espalda. Es mejor callar aquello en lo que sabemos que no estamos siendo honestos, o aquello que no diríamos en persona. Aquello que levanta muros y genera desconfianzas y fracturas. Es mejor callar lo que envenena los sueños y marchita las vidas.
– ¿Qué palabras están de más en tu hablar?
– ¿Qué sería mejor callar?
Tiemble tu Corazón...
Tiemble tu corazón antes de hacerlo.
Vas a juzgar
No olvides, que hay un dolor de siglo
en cada hombre,
y una causa anterior , a lo querido.
Cuando pongas tu pesa en la balanza,
Suma en piedra
la parte que nos toca.
Suma orgullo y desprecio y abandono,
suma rosas y pan
incompartido.
Mira
que en cada una de tus sentencia pongas
tu señal de durar
a signo limpio.
Que tu sangre camine
gota a gota,
decantada,
traslúcida, sin prisa,
que las culpas ajenas necesitan
un reposado espacio
de medida.
Guarda
no olvidar a tu madre ni a tus hijos
cada vez que señales
un culpable,
ni olvidarte de Dios cuando castigas;
y perdona
si es que temes tener
que perdonarte.
Suelta al fondo de ti hasta la pura
contextura de sal que te contiene;
palpa
el rostro
rugoso de la culpa,
muerde amarga condena, sufre rejas
y retorna
cuando sientas crecer
árbol de cuna
y poblarte piedad desde tus hojas.
Funde razón a fuego
de conciencia
duele el hombre que llevas, y medita;
bajo la toga, hay un hueso
que cruje la partida
y una carne final
que ya deshace.
¡Vas a juzgar, detén....!
Y cuando sepas
Que la ley es aquello que tú lates
y que vas conformándote a minuto
propia génesis lenta de conducta,
y comprendas,
en el filo más fino de tu duda,
en la ultima hebra
de certeza
que tu estrado es banquillo
y que te juzgan,
alza recién
desde el barro
¡y, juzga...!
(Matilde Alba Swann)