Acompaño a un grupo misionero de universitarios en Argentina. Se llama Pinceles. Son casi 80 jovenes, y es alentador el testimonio de grupo, de fe, y de diversidad que transmiten. Hace unos días hicimos una dinámica pensando en qué le diríamos a la Iglesia, pensando en el sínodo.

#Por una Iglesia más atenta a las necesidades de todas las personas
#TodosSomosIglesia
#Buscar más la voz de la mujer en la Iglesia
#EstarAtentosSinJuzgar
#Involucrarnos en las realidades
#Ponete la 10

Son algunas mociones, manifestadas en tuits y hashtags, que surgieron ante esa propuesta de hablarle a nuestra Iglesia, que en este tiempo quiere, especialmente, escuchar la voz de los jóvenes. Y es que ellos tienen mucho que decir.

El espíritu misionero y una experiencia de Dios y de Iglesia que ha fortalecido nuestra fe, a lo largo de la vida, son probablemente los puntos más en común que tenemos quienes formamos parte de “Pinceles”. Sin ningún tipo de duda, y como suele suceder en los grupos juveniles, es un grupo muy colorido, de mucha diversidad; pero con la sabiduría de saber aceptar, valorar y querer al otro con lo que trae en su mochila. Somos distintos, vivimos vidas distintas, pero nos sentimos llamados y unidos por un mismo espíritu.
Desde este espíritu que nos cobija, brota el deseo de ponernos en movimiento por un mundo que necesita ser transformado. Y queremos que la Iglesia nos inspire, nos abra las puertas, nos aliente a caminar, nos hable al corazón, al corazón de nuestra vida y al corazón de la vida de tantos jóvenes que se sienten excluidos, pero sedientos de una palabra de vida. Creemos que esa palabra puede brotar de este espíritu que nos agrupa y hacerse oír a través de una Iglesia de puertas abiertas y de oídos atentos a la voz de todos, por muy diversos que seamos.

¿Qué pasaría si este ejercicio se hace en más grupos de jóvenes?
¿Qué pasaría si este ejercicio se hiciera en todos los grupos de jóvenes?
¿Qué pasaría si se les diera la palabra a otros jóvenes que, por distintas razones, no pertenecen a un grupo particular, pero sí son Iglesia?
¿Qué pasaría si le damos la palabra a jóvenes que están en la otra vereda, a aquellos que se sienten alejados o no tan bien recibidos por nuestra Iglesia? Esos, muchas veces, son los más cercanos, y en otras, son la mayoría…
¿Les gustaría decir algo? ¿Qué nos dirían?

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