Acabo de leer en un artículo preventivo de los peligros del Black Friday la palabra ‘discernir’. Y no me he podido aguantar. No voy a ir a la cuestión del contenido, sino a lo que nos puede decir el Black Friday sobre las decisiones si le sentamos a hablar con la espiritualidad ignaciana.
Simplificando mucho: lo que buscamos es que no nos engañen, y, dicho sea de paso, que no nos engañemos (que es ya un paso más).
Empecemos por el tablero de juego: sabemos que estamos expuestos a técnicas de venta, estrategias publicitarias y un largo etc. que apunta a nuestros sentidos, a nuestra forma de vivir. Lo sabemos. Y sabiendo esto, la vida exige que nos pongamos en juego, que decidamos. Pasa parecido en la vida espiritual.
Si soy consciente de esto, ¿cabe el engaño? ¿Cómo es posible que persiguiendo algo aparentemente bueno termine donde no quiero?
Voy a apoyarme en 3 términos ‘técnicos’ que con ocasión de este día se mencionan en otro artículo (en inglés siempre parecen más serios). Sirven aquí como excusa para repensar desde la espiritualidad la forma desenmascarar engaños a la hora de decidir:
Illusory truth (efecto de la verdad ilusoria): damos por válida una información cuando hemos estado expuestos a ella de forma repetida. Como pasa con los eternos anuncios de descuentos o con tantas cosas que damos por sentadas en general. Igual es bueno que me pregunte si los deseos y necesidades que tengo y siento son míos, o son prestados pero me creo que son míos. ¿Ha tenido Dios algo que decir en esos deseos? ¿Qué deseos son míos, cuáles vienen de Dios y cuáles aparentemente son buenos pero me hacen daño?
Focusing effect (efecto de enfoque): solo vemos un aspecto de la realidad y no su multidimensionalidad. Como pasa cuando solo veo la ganga y doy por válidas cosas que en otro momento dedicaría más tiempo a evaluar, a sopesar. A esto además se le suman las prisas, y por supuesto, ¿cómo voy a desperdiciar el descuento? Lo que tengo delante me impide poner mi decisión en contexto, desaparecen el resto de factores que integran mi vida delante de Dios.
Projection bias (sesgo de proyección): situaciones futuras mal proyectadas afectan a nuestras decisiones ahora. Como pasa cuando quiero comprarme unas zapatillas de correr que utilizaré más adelante (cuando nunca salgo a correr). Así, mi proyección del futuro tiene poco que ver con el presente, pero marca sus decisiones. Si soy yo mi último criterio, probablemente me equivoque. ¿Qué dice Dios de mí ahora?
No se trata de no tomar decisiones para no equivocarse. Tiene que ver con dejar que Dios tenga algo que decir en ellas.