Estos días se celebran las elecciones europeas, un momento especial para preguntarnos qué Europa soñamos. Y es que para muchas personas Europa significa la Champions League, para otros es su experiencia de Erasmus e incluso habrá alguno que le recuerde a Eurovisión, dependiendo de su propia historia, de sus propios gustos y de las ideologías de turno. Pero no olvidemos que esto de los sueños es más importante de lo que parece, porque en el viejo continente hemos sido capaces de lo mejor, y también de lo peor.
Aunque haya muchas propuestas y demasiadas ideas quizás conviene mirar nuestro pasado, e inspirarnos para el futuro. Recordar que Europa es el lugar del humanismo, donde un día se conjugó con genialidad el esplendor de Roma, de Atenas y de Jerusalén. Es la tierra de las catedrales góticas, del Camino de Santiago y de la democracia liberal. La profundidad de Cervantes, Miguel Angel y Victor Hugo. Donde se supo fundamentar, acoger y defender la dignidad de cada vida humana y donde el deseo de trascendencia hizo caminar a millones de personas hacia el bien, la belleza y la verdad, y donde se pudo incluir en el horizonte la igualdad, la libertad y la -por momentos olvidada- ansiada fraternidad. Y donde las raíces cristianas hicieron que conceptos tan necesarios como la justicia social, la libertad y el bien común formarán parte de nuestros ricos vocabularios.
Podríamos seguir hablando mucho de este viejo continente y de todo lo que ha acontecido durante muchos siglos. Pero quizás, antes de nada, debamos mirar estas últimas décadas y recordar el hito que ha supuesto la paz y el entendimiento entre países que durante siglos fueron enemigos acérrimos, y donde se derramó demasiada sangre.
Ojalá este tiempo de elecciones, sea una oportunidad para cada uno de nosotros de recordar y depurar aquellos principios y fundamentos que rigen nuestras sociedades, y subrayar nuestro compromiso con la verdad, con la justicia social, con el bien común y con la dignidad de cada vida humana.
Y tú, ¿qué Europa sueñas?
