Hace pocos días salía otra curiosa noticia sobre la natalidad en nuestro país. En Asturias, el censo de perros ya ha superado al de bebés, niños y adolescentes. Un problema que se extiende a muchas regiones de España y, que más allá de lo anecdótico, se trata de una señal más de una crisis demográfica de la que no queremos hacernos conscientes.

En ocasiones parece que defender los derechos de los animales es lo políticamente correcto y hablar de la urgencia de la natalidad y la despoblación es imponer la ideología y la religión. Los animales generan vida, alegría y ayudan a combatir con la soledad que en muchos casos es muy dolorosa. Para muchos son considerados como otros miembros de la familia. Toda defensa del mundo animal es legítima, pero en su justa medida pues podemos caer en el error de tratar a los animales como personas y a las personas como animales.

No es exagerado afirmar que las mascotas han usurpado en parte nicho afectivo que hace décadas ocupaba la infancia. Lamentablemente muchas parejas optan por las mascotas en vez de crear familias con niños por comodidad, rebajas en el compromiso o simplemente por no complicarse en exceso la vida. Al fin y al cabo los animales duran menos, son más baratos y llevan menos trabajo. A veces los años fértiles son invertidos en trabajar o en alargar una eterna juventud en busca de experiencias infinitas inspirados por un carpe diem un tanto desfasado.

Las políticas demográficas en España son insuficientes y muy pobres. Es verdad. El mercado laboral e inmobiliario tampoco ayudan. Asimismo la visión de la sexualidad y de la familia ha cambiado. Son causas que condicionan pero no pueden determinar. En otros momentos de la historia las situaciones eran mucho más adversas. Condiciones perfectas nunca las habrá porque la procrastinación* es ya casi una pandemia mundial. Lo preocupante no son solo los números y la pasividad de los políticos cortoplacistas –sean de la ideología que sean–, sino la apuesta por la vida cómoda o inconformista más allá del anhelo profundo que busca generar –y no consumir– vida como principio existencial.

*procrastinación: acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.

Te puede interesar