Desde hace poco menos de un mes viene hablándose vagamente en las redes sociales de una sórdida historia de prostitución de menores en centros tutelados en Baleares. Las noticias son escasas, los rumores, escandalosos. Verosimilitud hay, y desmentidos públicos no. Algunos testimonios que se leen, estremecen. No se sabe tampoco con claridad si es un tema de negligencia o dejadez en el cuidado de los menores o si podría haber más implicación por parte de alguien de la administración o de los responsables de los centros. Han pasado semanas. Uno esperaría que, en algún momento, esto se hubiera convertido en un escándalo mayúsculo. Pero, sorprendentemente, no.
Ante este caso quienes otras veces presumen culpabilidades en los demás, ahora piden prudencia, piden silencio, se rechaza una comisión de investigación, callan organizaciones feministas que en otras ocasiones son tan contundentes y tajantes… parece que aquí la prisa por proteger a los menores, a los niños y niñas que ya bastante tienen con las situaciones que les han llevado a centros tutelados, sin embargo no abunda tanto.
Está uno harto de hipocresía, y de dobles raseros.
Creo que, en este momento y circunstancias, solo la prensa puede empujar. La misma prensa que (afortunadamente), nos hizo empezar a enfrentar, a las gentes de Iglesia, la vergüenza y atrocidad de los abusos cometidos dentro de nuestra institución, para comprender que luchar por entornos seguros no puede ser algo pasivo ni que se dé por sentado.
La prensa que tiene que ser un contrapoder para evitar el dominio de las instituciones por parte del poder político. La prensa que, si se deja comprar por la voz de su amo, solo servirá a los dobles raseros y a las ideologías que solo ven maldad en lo que hacen «los otros». La prensa que tiene que ser profética, libre, y servir a la verdad. La prensa que está siendo extrañamente tibia en esta cuestión.
Creo que, hoy en día, una de las vocaciones más necesarias es la de periodistas. Periodistas al servicio de la Verdad, de la Justicia, y del Bien Común. Capaces de buscar respuestas. De investigar, de denunciar. Y de no callar. Por favor, no os dejéis amordazar. No os dejéis vencer. No os dejéis cegar. No os dejéis comprar.