¿Está en crisis el periodismo? A menudo se afirma que sí. Se habla de cómo este nuevo escenario sobrevenido con la emergencia de las redes sociales se ha convertido en el acta de defunción de una forma de informar. Y, en parte, parece que algo de eso hay. Demasiadas veces hoy se confunde en el periodismo la información contrastada con la opinión. Muchas veces las fuentes de algunas noticias son tuiteros sin más respaldo que lo que afirman, y periódicos antes serios ahora se limitan a justificar el hacerse eco de esas afirmaciones, sin exigir previamente otra verificación. El amarillismo, el exceso, la inmediatez, la polémica… todo ello ha generado una nueva forma de hacer discurso. Y a menudo quienes triunfan mediáticamente son quienes dominan las reglas.

Vuelvo a la pregunta inicial. ¿Está en crisis el periodismo? La respuesta, visto el párrafo anterior, parece que debería ser sí. Sin embargo, últimamente vengo pensando que quizás es justo hoy cuando empieza a perfilarse con más claridad cual puede ser el papel de los periodistas –de los buenos periodistas– en esta sociedad híper-comunicada. Porque la única alternativa no puede ser que si queremos saber de algo tengamos que estudiar un libro sobre el tema (suponiendo que lo hubiera).

Necesitamos información cotidiana, accesible, y amplia, pero veraz y profunda.

Cada vez somos más las personas conscientes de que estamos desinformados. Por más que busquemos, de muchos temas solo vemos titulares, hashtags, virales, y declaraciones de unos u otros protagonistas, pero falta análisis, profundidad y la capacidad de relacionar las piezas. Pongamos un ejemplo. En las últimas semanas el caso del «Open Arms», un barco de una ONG cargado de inmigrantes a los que los países europeos niegan un puerto. Se han podido leer miles de páginas. Pero, al final, parece que algo que se nos escapa. ¿Qué es ese algo? Ahí es donde podrían entrar los verdaderos periodistas. Gente dispuesta a perseguir la información, a negarse a la alineación con una única ideología, sea la que sea. Gente que tenga un rasero (el mismo) y no dos o más en función de los protagonistas. Gente capaz de contar de verdad qué está pasando, desmenuzar los intereses en juego, y servir a la justicia, sin olvidar nunca la humanidad y la compasión tan necesarias.

Hoy es la hora de un nuevo periodismo. Uno que se comprometa, con pasión, con la verdad.

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