Lejos de los ruidos mediáticos de los últimos días con respecto al cónclave, hoy me venían a la mente los cardenales. Seguramente no sea algo nuevo en este tiempo, pero quizá en mí vino un pensamiento que, al menos ahora se escucha poco. Hice el ejercicio de recordar a cada uno de los purpurados (así es como muchos los llaman) como simples hombres que buscan hacer la voluntad de Dios en sus vidas.
Escuchamos muchas noticias, hemos visto las últimas películas… y siempre parece que los cardenales sean más o menos como “extraterrestres” en medio de un juego de poder por ver quién sale ganando.
Pero en estos días, también podemos pensar que aquellos son hombres tan frágiles como nosotros. Que seguramente sientan el peso de la responsabilidad porque aman a la Iglesia con su corazón y desean que la Buena Noticia de Jesús lo sea cada vez para más gente en este mundo herido. Sospecho que muchos de ellos se acuestan por la noche pensando con miedo que su vida puede cambiar, que Dios les puede exigir la vida en su servicio de una manera tan radical. Que tienen que dejar a su gente, a sus amigos, sus países, su anonimato…
Creo que en estos días nos puede hacer mucho bien recordar que los pastores también han sido (y siguen siendo) ovejas pequeñas del rebaño. Recemos para que el Señor les pueda iluminar y dar fuerzas para cumplir su Voluntad, que siempre será lo mejor para todos.
Foto: Europa Press