Estaba yo el otro día charlando con un amigo y nos dio por enfrascarnos en conversaciones elevadas y, claro, la cosa terminó en los libros, como siempre.
—Qué bueno el haber podido recuperar el hábito este año después de un par de ellos sin mucho tiempo libre ni contraportadas que me sedujesen –dijo él–.
Y yo manteniendo el tipo, dignamente, hasta que llegó la pregunta. ¿Lo último que había leído yo y podía recomendarle?
—Sí, por supuesto. ¿Recuerdas la novela que te comenté el verano pasado?
¡Tate! Mirada esquiva y mofletes rojos. Menuda vergüenza, pero mira, bendita sea. Porque anduve yo luego dándole vueltas al asunto y como que me ha venido bien.
Y es que, al pararme a pensar, me di cuenta de que efectivamente apenas he leído este invierno. La rutina, la pereza, las excusas a la espera de esa tarde quemereservoparamí. Sin embargo, he perdido mucho tiempo delante de pantallas. La de la tele, la del ordenador. Lo reconozco, ambas me lo dan todo hecho, prefabricado, no tengo que pararme a pensar, ni a sentir y gustar de verdad. Sucesión de imágenes, sonidos, fugaces emociones. Ahí está el asunto: como en tantas circunstancias en la vida, me basto yo solito para achicar mi corazón, para cerrarlo al amor por tenerlo pendiente de lo fácil y aparente.
Porque, no nos engañemos, leer un libro es de lo más parecido que hay al amor. Como cuando uno no puede quitarse de la cabeza la trama que ha dejado a medias, vuelve a casa corriendo de la uni o el trabajo y agarra el libro que parece un yonqui. Enamoramiento lo llaman. Cuando sentarse a leer supone un esfuerzo, pero trae su recompensa. Como seguir apostando por una relación. O cuando la lectura que se tiene entre manos no nos atrapa ansiosamente, sino que se disfruta con un te durante toda una tarde bien tranquila. Amor maduro.
Y aquí ando, en plan romántico. Me cae simpático el amor, oye. ¿A quién no? Así que el próximo curso, quiero un corazón grande, que sueñe despierto, sin latidos prefabricados. Por eso el próximo curso, pienso enamorarme todos los meses. El próximo curso, en fin, me propongo leer al menos un libro cada mes.