¿Por qué leer?
Por la cantidad de referencias gustosas y disfrutonas. Por la necesidad que tenemos de reclamar espacio para un libro más. Por la vocación ilustrada que tiene el autor y su aproximación sentimental y emotiva, que empatiza con tantos lectores y buscadores. Por la sabiduría que refleja en todas sus páginas y porque es una prosa pretendidamente embellecedora. Se podría decir todo lo que dice mucho más simplemente, pero no sería tan rico, ni tan placentero. Y porque todas estas síntesis hechas a libros que hemos leído, o que nos suenan, nos ofrecen un contraste a nuestras propias lecturas. ¡Cuánto magnetismo!
La cena demostró que entre seis escritores puede haber buen ambiente si hay voluntad, generosidad y educación. Tres condiciones que se derrocharon durante horas, en las que el sentido del humor también fue algo que se tuvo muy en cuenta. Daniel Moyano, experto en asturianía, por el tiempo que llevaba viviendo en Oviedo, contó que se había encontrado con unos trabajadores asfaltando una calle y preguntó si lo harían también con otra cercana que, según él, necesitaba una buena mano de alquitrán. “No lo sé”, le dijo uno de los trabajadores, “alquitranláranla”. (p. 79)