A mi medida.
¡Tan débil como yo,
tan pobre y solo!
¡Tan cansado, Señor, y tan dolido
del dolor de los hombres!
Tan hambriento del querer de tu Padre (Jn 4, 34)
y tan sediento, Señor, de que te beban… (Jn 7, 37)
Tú, que eres la fuerza y la verdad,
la vida y el camino;
y hablas el lenguaje de todo lo que existe,
de todos lo que somos.
Sacias la sed, la nuestra y la del campo,
sentado junto al pozo de los hombres.
Arrimas tu hombro cansado a mi cansancio
y me alargas la mano cuando la fe vacila
y siento que me hundo.
Tú, que aprendes lo que sabes,
y aprendes a llorar y a reír como nosotros
Tú, Dios, Tú, hombre,
Tú, mujer, Tú, anciano,
Tú, niño y joven,
Tú, siervo voluntario,
siervo último
siervo de todos…
Tú, nuestro.
¡Tú, nosotros!