Dios que te escondes,
en el silencio,
para hacer ruido en mi interior.
Dios que te haces carne,
en el corazón de una niña,
para empezar una revolución.
Dios que decides hacerte eco,
en una aldea perdida,
para mostrar tu grandeza.
Dios que estás presente,
en un trozo de pan,
para confundir a los sabios.
Dios que te escondes,
pero que deseas ser encontrado.
Oh Dios de lo escondido,
¿dónde vives?
Jacobo Espinos