Cántame las verdades de mi vida.
Oídas de tus labios
no sonarán a cálido reproche,
sino a amor que me acepta desgarrado.
Cántame las verdades.
Acostumbro
diariamente a caer en el engaño
de condolerme de mis propios lutos
y, sin criterio, disculpar mis fallos.
Miro tanto las faltas de los otros…
Tantas recetas doy que yo no hago…
Dime cómo me ves, Tú que me abarcas
con tus ojos eternos de milagro.
No perderé los ánimos. Tú sabes
corregir con amor. Lleva tu mano
a las secretas llagas. Vamos, cántame
las verdades que sanen mis pecados.