Señor mío

Señor mío: 

Tú me diste estos ojos; 

dime dónde he de volverlos 

en esta noche larga, 

que ha de durar más que mis ojos. 

 

Rey jurado de mi primera fe: 

Tú me diste estas manos; 

dime qué han de tomar o dejar 

en un peregrinaje 

sin sentido para mis sentidos, 

donde todo me falta y todo me sobra.

 

Dulzura de mi ardua dulzura: 

Tú me diste esta voz 

en el desierto; 

dime cuál es la palabra 

digna de remontar el gran silencio. 

 

Soplo de mi barro: 

Tú me diste estos pies… 

Dime por qué hiciste tantos caminos 

si Tú solo eres el Camino, 

y la Verdad, 

 y la Vida.

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