¿Qué sería de nosotros sin tanta gente que va cruzándose en nuestra vida? ¿Qué sería de mí sin los míos, esos que me han sostenido en la lucha, en cuyo hombro he llorado o con quienes me he reído hasta no poder más? ¿Qué sería de mí sin las manías ya familiares de mis gentes, sin las frases conocidas, las historias compartidas, los proyectos comunes? Es bueno darle gracias a Dios por los rostros, los nombres de mi vida….