Partiendo de la invitación de Pablo a los corintios, a sentirse miembros de un mismo cuerpo, a compartir los dones diversos al servicio de un proyecto y un bien común, se me invita a abrir los ojos y los oídos; a ablandar el corazón; a tender las manos para construir la comunidad; y a ponerme en marcha y aceptar mi misión. Con otros. Por todos.