Hay momentos en que se hace especialmente cuesta arriba lo cotidiano. Cuando nos toca enfrentarnos a lo más prosaico o anodino, o a la cuesta arriba que es parte del camino. En estos tiempos (de exámenes, de vuelta al trabajo, cuando tus sueños parecen lejanos y la realidad demasiado gris), es importante recordar que las historias grandes se tejen en una trama oculta; que los tiempos de Dios no son los de la eficacia o la euforia, o al menos no sólo. También son los tiempos del silencio, de la rutina y del aprendizaje callado. Como descubrió aquel carpintero que pasó treinta años en Nazaret….