A veces, con la crisis, con tantas crisis, uno se olvida. O se ciega. O pierde la perspectiva. O se encierra en una burbuja. Y parece más adecuado, y más con la época, indignarse por lo que falta, por las vidas rotas, preocuparse por los malos rollos, agobiarse ante los problemas o cabrearse con la gente que nos complica la vida. Pero hoy no. Hoy me invitas a mirar alrededor, para encontrar lo que sí funciona… y por eso, Señor, te doy las gracias.