Hay veces en que las cosas se tuercen…
Y llega la crisis y la desazón; y no se ve por dónde salir; y mis pies parecen enfangados en los surcos de la vida…
Y me digo que sí, que “es la vida”, que hay que crecer y madurar, que de todo puede Dios sacar bien… pero las crisis son duras. Me desinstalan, me revuelven, me someten… Si me digo: “he de aceptarla”, se cierne sobre mí la duda de si no seré un resignado; si al contrario: “me rebelaré contra ella”, la frustración y la impotencia pueden castigar doblemente, como con sarcasmo mi audacia…
Señor Jesús, tan sólo soy un ser humano del barro que tú conoces y cuando llega la crisis, de una u otra manera “he de afrontarla”. Ayúdame a saber vivir mis crisis a la luz de las que tú viviste…