Convertirse no es extraño. De hecho pasamos la vida convirtiéndonos (de niños en mayores, de inocentes en sabios, a veces de alegres en tristes…) Aprendemos a ponernos máscaras para muchas ocasiones (de formal, de insensato, de solidario o de gamberro….) La llamada está en convertirnos en aquello que Dios soñó de nosotros. En dejar que salga lo que llevamos dentro. En quitar máscaras y crecer como el árbol firme, con las raíces bien clavadas en la tierra y las ramas bien erguidas para dar sombra al caminante fatigado…. |