El papa Benedicto XVI, en 2008, pedía a la Compañía que permaneciera en las fronteras del mundo. Una petición que reta y que a la vez compromete, y que desde hace varios años, está más que vigente. En esa misma línea, el papa Francisco entiende las fronteras de esta sugerente manera: “Es hermoso que las fronteras no representen barreras que separan, sino zonas de contacto; y que los creyentes en Cristo pongan en primer lugar la caridad que une y no las diferencias históricas, culturales y religiosas que dividen”.

Por eso a lo largo de esta serie vamos a viajar con distintas personas hacia las fronteras del mundo. Lugares donde hay zonas de contacto, entre personas y entre realidades, entre la riqueza y la pobreza, entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte, entre la diversidad y la comunión, entre la verdad y la falsedad, entre lo nuevo y lo viejo, entre el caos y la esperanza, entre la cruz y la resurrección…

Ojalá que cada una de estas personas puedan interpelarnos para ir a lo profundo de la realidad, hacia aquellos lugares donde Dios está presente. Donde late con fuerza, aunque a veces no lo veamos, como ocurría en tiempos de Jesús, en medio de las periferias del imperio, entre puros e impuros, sanos y enfermos, ricos y pobres, judíos y romanos, líderes y exluidos.

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