Recientemente nos hemos horrorizado por las más de doscientas niñas que siguen secuestradas en Nigeria y por las continuas violaciones de niñas y mujeres dalit en la India. Esos casos son tan solo una muestra de las millones de niñas y mujeres que sufren discriminación, maltrato y abuso. Ante esta cruda e injusta realidad millones de personas de todo el mundo han mostrado su repulsa y solidaridad a través de las redes sociales.

De una manera más sutil y salvando las distancias, en entornos más cercanos, también encontramos ejemplos en los que se cosifica a las niñas y mujeres. FACUA (Federación de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía) acaba de pedir a los hipermercados Carrefour que dejen de vender unos bikinis con relleno para niñas de 9 a 14 años. No solo se quejan del producto en sí, sino de cómo lo anuncian, con una niña llevando el bikini y bebiendo de un vaso que parece un cóctel; lo que a juicio de FACUA supone una erotización de la infancia.

Por desgracia, nos acostumbramos a ver en la publicidad el cuerpo de la mujer instrumentalizado. Deberíamos, al menos de vez en cuando, hacer el ejercicio de mirar a los anuncios, películas o videos musicales con una mirada distinta, crítica. Nos sorprendería la cantidad de veces en las que el cuerpo femenino es considerado tan solo un reclamo. Y todas las mujeres sufren de diferentes maneras, algunas de modo dramático, estas actitudes machistas que acaban permeando la cultura.

Hay que apoyar las campañas como #bringbackourgirls, conocer y denunciar la situación de las dalits en la India; pero también en nuestro contexto tratar de impedir que se vendan productos para erotizar a nuestras niñas o no quedarnos callados ante actitudes que vejan a las mujeres. Y sobre todo trabajar por una educación que reconozca la dignidad de nuestras hermanas, que sepa ver más allá de sus cuerpos lo mucho que han aportado, aportan y pueden aportar a nuestro mundo.

Te puede interesar