Acompañar Ejercicios Espirituales es una experiencia que aumenta la fe de quien acompaña.

Si se hace bien, «dejando que el Creador se comunique con su criatura», se tiene el privilegio de ver cómo el Señor se abre paso entre los senderos de la oración y la vida de quien hace ejercicios. Se ve cómo Dios entra en la oración, cómo Jesús sorprende y llama, teniendo en cuenta la historia, la personalidad, los dones, el pecado, las luces y las sombras, deseos, retos, luchas, victorias y derrotas de cada cual.

Y también respetando el modo propio de comunicar y expresar aquello que no es fácil poner en palabras. A uno le ayuda escribir. A otro le ayuda dibujar y pintar. O mirar imágenes. Y hay a quien le ayuda cantar. Incluso, componer.

Juan Baena, un sacerdote de Málaga, ha puesto música y letra a su mes de Ejercicios en Loyola, «a tanto bien recibido», para que llegue a otros corazones. Él pone canto a una experiencia que es de muchos, que es la mía… pero con el sabor del plato que el Señor le sirvió sólo a él aquellos días.

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