¿Y si la piel sirviera también para hablar con Dios? Sus gritos, de dolor o de placer, nos pueden abrir hasta él. Nuestro respirar profundo. Nuestro querer vivir y que otros vivan. Escuchar lo de fuera, que expresa lo de dentro… Sí. En la superficie quizás también esté Dios.
Bebe, (Cambio de piel)