«Le preguntó el Sumo Sacerdote: “¿Eres tú el Mesías, el hijo del Bendito?”. Jesús respondió: “Yo lo soy”»

Ante quien haga falta. No negar, ni callar. Afirmar una manera diferente de ser de Dios. Afirmar la vida con tu palabra ante Caifás, «Tú lo has dicho». Con tu negación ante Pilato «si mi Padre no te hubiera dado poder…» o con tu silencio ante un Herodes frívolo y vacío.Afirmas también en nosotros. Cada vez que descubrimos destellos de tu presencia. Cada vez que alguien habla de un amor infinito. Cada vez que alguien alza la voz y la vida para oponerse al que mata y hiere, al que excluye y desprecia. Cada vez que alguien prescinde de lo anodino y lo sin sentido.

  • ¿Qué afirman mi vida, mis opciones?
  • ¿Hablan mis gestos, mis palabras y mis silencios de un Dios de vida?

SÚPLICA POR LA VOZ

Que no se me amordace la voz 
te rezo ahora.
Que se alce libre y honda 
cuando Tú me lo pidas.
Que se me calle siempre 
cuando el silencio queme.
Que también se arrodille 
cuando digas la tuya.

Hablar tiene que ser 
un quehacer de ternura
Rómpela en mil añicos 
cuando la cruce el odio.
Con tus manos traslúcidas 
haz bocina en mi boca
cuando venga habitada 
de tu nombre limpísimo.

Haz, Señor, que la acepten 
como un beso los pobres.
Como un pájaro virgen 
los niños en sus manos.
Y los enamorados de la tarde 
y el parque
como un sueño macizo 
de amor y de canciones.

Pero a aquellos que hacen 
de las palabras zanjas
en que caigan los hombres 
y se pierdan sin nadie,
Señor, mi voz les haga 
confundirse ellos mismos.
¡Hablar es construir 
un redondel de gozo!

Valentín Arteaga

 

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