La vida tiene sus cosas, sí. Y a veces van mal. Pues también. Y te pasa a ti… pero no solo. Me pasa a mí y a la gente con la que has estado hoy. El problema es pensar que lo tuyo es lo peor. Porque entonces uno se desliza hacia el abismo. Cada uno al suyo. Porque no son todos iguales… Uno tiene el abismo de la soledad, otro de pensar que no vale nada, y el de más allá que piensa que nadie le entiende. En fin, los fantasmas de cada uno que son tan dolorosos como irreales.
Esta canción me habla de los que saben relativizarse y mirar más allá. No porque no se desmoronen nunca o sean de hierro, sino porque saben que así es la vida. Esos que son capaces, aun con el alma rota, de plantarse ante ti y decirte: «¿pero… qué haces?» Y te recuerdan que fuiste (y eres) luz, y que en tus ojos se encontraron, y que fuiste libre… cuando vivías conectado a la sed que te mantiene en búsqueda
Así que, por los que nos recuerdan que no hay que dejar de buscar el agua viva, aunque nos creamos en el desierto… ¡gracias Señor!
Y no es
Cuestión de suerte
Los días van así
Nace el sol y muere
Esta es la vida
Que tomamos
Estos son los sueños que vienen y van
Igual
Que los laureles
Yo me conformo con vivir
En libertad
En tus ojos vi
La primavera
En tus ojos yo
Me encontré
Me encontré
Y sabe Dios
Donde has dejado el agua que
Calma la sed
Dónde has dejado el agua que
Purifica
Donde has dejado la luz
Que se enciende
En la oscuridad
Y será
Mi alma rota
La que se retuerce y busca dentro de ti
Una melodía
Que no muera
Una despedida que vuelve, que vuelve a ocurrir
Y sabe Dios
Dónde has dejado el agua que
Calma la sed
Dónde has dejado el agua que
Purifica
Dónde has dejado la luz
Que se enciende
En la oscuridad