Izal titula esta canción fotografías, aunque perfectamente se podría llamar corazón y memoria agradecida o la terapia de los de cerca. Pues es que muchas veces se nos olvida echar la vista a nuestra vida y a lo vivido para ver quienes nos rodean y poder valorar lo cotidiano como su “suerte por subir a un escenario”.
Y es que vivimos nuestra vida con tal inmediatez que se nos pasa ojear el álbum de fotos (o la nube) de nuestros recuerdos. La cotidianidad nos hace ser “barcos rodantes» que necesitan dar ese giro en el timón para dejar a un lado lo malo y poder valorar los instantes en los que somos felices.
Pero… ¿Qué es la felicidad para ti? Quizá cerrar los ojos y encontrarte con tus amigos cantando tu canción, un amanecer desde una ventana que no sea la tuya, el abrazo de tu familia en el reencuentro…
Ojalá podamos volver a reír y llorar viendo esos recuerdos, esas fotografías y que las siguientes no nos pillen posando a cámara sino viviendo con autenticidad.
Izal (fotografías)
Aquel barco rodante que nunca naufragaba
Una lámpara, un libro, un enchufe, una cortina, una cama
Las cervezas en equipo juntos en la planta baja
Tras sudar todo lo malo, dejándolo sobre las tablas
Una cápsula con ruedas sobrevolando de punta a punta el país
Vuestra risa me atacaba cuando intentaba dormir
Una ducha y a las doce todos de vuelta a Madrid
Llamaba para contarte que en ese preciso instante era feliz
Una vez cerré los ojos y estabais todos cantando
Disfruté de ser consciente del alcance del milagro
Valoré por fin mi suerte al poder subir a un escenario
Vi a mis padres orgullosos, vi a mi hermana presumir de hermano
El primer rayo de sol por la ventana de un país lejano
Me bastó un desayuno para pedir el pasaporte mexicano
Al estilo Michoacán, le aconsejo, señor, los aporreados
La amabilidad extrema con la que siempre nos habéis tratado
En un autobús al norte anoté todos mis miedos
Después de pasar más de tres años sin soltar un solo verso
Volví a quedarme desnudo en los azules de Mallorca
Mis colegas aguantaron mis canciones volviendo a la Concha
Las dos mejores primeras citas que nadie tuvo en el mundo
Aquel bingo que cantamos resultó ser nuestro mejor augurio
Campeones en nada, bueno quizás lanzando hachas
Seis largos años llevaba vaciándome poco a poco el alma
Un perdón en Alemania, una cena salvadora
A las seis de la mañana desperté en la Patacona
Vi el amanecer por primera vez con «Inercia» en la cabeza
Y sin que nadie me viera lloré solo un poco escribiéndote una letra
Sábados con los de siempre, de marqueses, de cumbres de viñedos
De sentir que nada cambia, simplemente somos un poco más viejos
Seguiremos celebrando penas y glorias con Sacha
Mientras dure todo esto, solo quiero ser sincero y no guardarme nada
Y ya está todo listo para la siguiente foto
La familia, los de siempre, mis queridísimos locos
En resumen todas y todos los que hicisteis que valiera la pena
Saltar a esta piscina sin saber si estaba llena